Domino PARK Nostalgia y tradición

Por Néstor Proveyer

October 20, 2018

La Pequeña Habana en Miami es la conjunción exacta de un símil de olores, colores y símbolos enmarcados en el cuadro de la nostalgia caribeña.

La Pequeña Habana en Miami es la conjunción exacta de un símil de olores, colores y símbolos enmarcados en el cuadro de la nostalgia caribeña.

Todo empezó cuando la noche fue más oscura y partieron al exilio. Nada quedó atrás, viajaron con ellos, en la minúscula y a la vez inmensa maleta de los recuerdos. Calles, sones, pregones, fritas con pan, guayaberas, las recetas de la abuela, la Virgen de la Caridad del Cobre y un juego de dominó cubano.

Después, para mantener esa nostalgia y tradición erigieron un templo donde se sintetizaron todos su anhelos y esperanzas, en el rito popular y eterno de uno de los pasatiempos más populares de los cubanos: el  dominó. Al nuevo sitio lo llamaron Máximo Gómez en honor a uno de los grandes próceres de la independencia de Cuba, aunque se conoce comúnmente como El Parque del Dominó.

Según refiere Miguel Roque, unos de los encargados del Parque, desde siempre se jugó dominó en esa esquina de la Calle Ocho y la quince Avenida del sudeste de la ciudad, pero que no fue  hasta 1976 que se edificó como lo conocemos actualmente. De aquellos fundadores solo queda el místico René Janero, no solo un excelente conocedor, sino también un destacado jugador y mánager de béisbol a lo que une ser un patriota cabal. Aun a sus 93 años se le ve vigoroso en el juego y en su amor eterno por Cuba.

Para ser asociado al parque hay que cumplir ciertos requisitos y normas de comportamiento como son tener más de 55 años de edad y residir en Miami. En el lugar no se pueden ingerir bebidas alcohólicas ni fumar. Debemos apuntar, además, que no solo se juega dominó, a lo largo del tiempo se han incorporado otros juegos de mesa como el ajedrez y las damas.

El Parque del Dominó es una de las grandes atracciones de la ciudad y por él circulan diariamente alrededor de cinco mil turistas de todas partes del mundo. Ellos vibran al compás de la Cuba de antaño.

Es importante subrayar que los vínculos con la comunidad son muy fuertes. Muchos artistas y deportistas de talla mundial visitan el parque para participar en obras sociales o como simples amantes del juego. También hay que señalar se celebran diferentes torneos. El más importante es el auspiciado por Los Kiwanis que se lleva a cabo antes del famoso Carnaval de la calle Ocho, donde se desarrollan actividades ligadas al dominó y la comunidad.  

Pero hablemos un poco del juego de dominó. Según varias versiones surgió en China en el siglo X a partir de los juegos de dados y llegó a Occidente en el siglo XVIII en las cortes de Venecia y Nápoles, pero la mayoría de los registros mencionan que los franceses lo nombraron así. Curiosamente lo copiaron de una capucha negra por fuera y blanca por dentro que usaban los curas en inviernos.

Pero el dominó es mucho más que un juego de mesa. Es una cultura que cada pueblo ha adoptado y se expresa no solo en la forma de jugar, sino en el léxico, las poses y las  vivencias que han sido llevadas al cine, las artes plásticas y la literatura.

El dominó cubano (doble nueve), a diferencia del dominó tradicional (doble seis) que se juega con 28 fichas (y que se usa oficialmente en torneos internacionales), se juega con 55 fichas, 30 pares y 25 impares, por lo que quedan 15 fichas “dormidas” o “fuera de juego” cuando se reparten las mismas entre las parejas participantes. Esta modalidad es muy popular en el Occidente y Centro de Cuba y también entre los exiliados cubanos en los Estados Unidos.

El dominó se puede jugar en pareja (dos contra dos), que es lo más usual, o en la versión llamada “guerra” o “solo para solo”, en donde pueden participar más jugadores. Por su parte, la modalidad tradicional o dominó oriental (28 fichas) solo se juega en Cuba en esa región.

El Parque del Dominó en la Pequeña Habana con todo su entorno de cubanía es un barco que no ha partido y permanece enclavado en tierra firme en el corazón de cada exiliado.

Bulle como el café fuerte y compacto, está en un sandunguero mojito, en el bouquet único de un Habano, en las delicias de un tamal o en el crepitante grito de Azúcar de Celia desde el Paseo de la Fama que aún nos invita a bailar.

Y todo puede resumirse en las estrofas del Himno de Bayamo que hace resurgir cada día más la estrella solitaria que llevamos en el corazón.

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